miércoles, 16 de mayo de 2007

EVALUACIÓN DEL NUEVO MODELO ECONÓMICO ARGENTINO CINCO AÑOS DESPUÉS

Lic. José Alberto Sbatella
Presidente Comisión Nacional de Defensa de la Competencia.

Marco Político. Abril 2007.

En Busca del Tiempo Perdido.

Si de algo debemos arrepentirnos en Argentina, es del desperdicio de “vida” que hemos consentido, considerando la potencialidad de los recursos naturales del país. La concentración de la riqueza en pocas manos ha generado conflictividad social violenta, con la consecuente disminución de la calidad de vida de la población, no sólo la de los pobres sino también la de los dueños de las riquezas.

La recuperación de los niveles de actividad económica, que ya superaron los máximos históricos, vuelve a plantear, lo que las crisis no permiten resolver, que es nada más y nada menos que delinear un plan estratégico para la Argentina, es decir, consensuar un modelo de sociedad “vivible”, con la progresiva integración de los marginados, y la disminución de la avaricia de los poderosos, de tal manera que la tolerancia mutua, disminuya el conflicto social.

La situación internacional permite usufructuar grados de libertad impensables para las dirigencias políticas latinoamericanas de hace apenas diez años atrás. La derrota de Bush en Irak, plantea un nuevo escenario internacional dominado por la presencia de China, Rusia y Europa liderada por Alemania y Francia; es decir, un mundo multipolar, donde los países periféricos van recuperando la posibilidad de intervenir, siempre que tengan firme voluntad política. Del discurso único de los 90, se pasó a la gestación de nuevas alianzas, como el grupo de los 20, que incluye a Brasil, Sudáfrica, China y Rusia, que piden eliminar los subsidios a la agricultura en los países centrales, y hacen entrar en crisis a la OMC. Resta mencionar el fracaso del ALCA que debía comenzar a funcionar en 2005, y desapareció de la agenda política latinoamericana producto del consenso alcanzado para priorizar el MERCOSUR.

Esta nueva realidad encuentra a la Argentina en plena recuperación de la crisis desatada por el modelo de “Convertibilidad” a partir de la depresión iniciada en 1998, que finalizara con la devaluación de 2002.

El mantenimiento de un dólar alto, junto a un superávit doble, en cuenta corriente y fiscal, permitió acumular reservas, que ya superan el valor histórico más alto, a pesar del proceso de desendeudamiento iniciado al pagar toda la deuda al FMI.

Este esquema macroeconómico, cuyo motor ha sido recuperar el mercado interno, y su principal logro disminuir la tasa de desocupación a un dígito presenta las condiciones para comenzar a plantear los ejes de un plan estratégico.

Resumiremos los logros y las asignaturas pendientes del proceso iniciado, primero como reacción a la crisis, y a partir de Mayo del 2003, en el ejercicio de la Presidencia de Néstor Kirchner, con la voluntad política direccionada a salir del esquema heredado de las décadas pasadas.

En términos generales se puede decir que la economía argentina ha mostrado síntomas de salud y fortaleza que en salidas de crisis anteriores no se observaron y que un par de años atrás no resultaban tan claros.

El crecimiento del PBI ha sido sostenido, se han superado los máximos históricos, sin embargo resta alcanzar mejoras en términos per capita.

El consumo interno, principal motor de la economía argentina, se ha recuperado satisfactoriamente y en términos agregados se encuentra en un máximo histórico que debe crecer aún más para mejorar el consumo por habitante. Pero el gran desafío es disminuir la brecha de desigualdad en el consumo, incrementando el de los sectores populares.

La inversión, sumamente dinámica, ha experimentado el crecimiento más importante, superando en valores absolutos y relativos a cualquiera de las perfomances derivadas de crisis anteriores, quedando como desafío el aumento de su importancia en el PBI y la consolidación de un perfil productivo generador de mano de obra.

En el comportamiento sectorial es destacable el crecimiento del sector servicios, especialmente los vinculados con los servicios públicos y la obra pública, y no sólo el de los sectores naturalmente beneficiados por la devaluación como el agro y la industria. A futuro, la mejora de los servicios es fundamental para consolidar la competitividad sistémica del país y solucionar los cuellos de botella que se comenzaron a observar.

El sector externo ha sido exitoso fundamentalmente por la reversión de los valores de la cuenta corriente, y su desafío es continuar con el desendeudamiento a fin de reducir la dependencia externa.

El desempeño fiscal ha mostrado niveles de recaudación muy elevados, acompañado por una gestión de los gastos austera que permitió niveles de superávit máximos. El desafío a futuro pasa por realizar la transición del sistema tributario regresivo y procíclico heredado a uno más progresivo, sin perder recaudación, saliendo del criterio de emergencia permanente.

En materia de indicadores sociales, el cambio de modelo posibilitó que el desempleo cayera a valores que no se observaban desde hace catorce años. Las cuestiones pendientes son la reducción del subempleo y la precariedad.

Los indicadores de pobreza muestran mejoras respecto de los de comienzos de la crisis, sin embargo, queda por corregir la distribución del ingreso. En ese sentido, la tasa de desocupación de un dígito dispara un proceso que se había degradado: las convenciones paritarias que, unidas a una definición del Estado sobre el piso mínimo de sueldos y jubilaciones, reinician el proceso natural del capitalismo.

El año electoral, y la clara perspectiva de continuidad política, junto a los logros alcanzados, generan la necesidad de saltar de los temas coyunturales a las definiciones sobre la perspectiva estratégica de la Argentina. En ese sentido la heterogeneidad estructural de la economía y las desigualdades regionales se ubican en primer plano.

El objetivo será lograr que el incremento de la productividad social del trabajo, se canalice en el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales, evitando lo sucedido en las décadas pasadas, en las que ese crecimiento se canalizó en el incremento de la desigualdad y en la fuga de capitales.

Evaluación del nuevo modelo económico argentino cinco años después

El objeto de este trabajo es realizar una evaluación de los resultados en términos de recuperación económica a la par de destacar los desafíos a abordar para la continuidad del modelo.

En diferentes ámbitos, fundamentalmente académicos ortodoxos, se plantea la escasa eficacia que tuvo el cambio de modelo decidido en el año 2002. En esta circunstancia cabe realizar algunas preguntas para aclarar el tema: ¿Cuáles son los argumentos que se esgrimen para realizar tal afirmación? ¿Los objetivos que se afirma no haber alcanzado coinciden con los que se propusieron al decidir la medida? ¿Cuál es la situación general de los indicadores de la economía en estos últimos cinco años y cual era en los años previos? ¿Existen contradicciones derivadas de la forma del modelo a resolver?

La crítica

El argumento fundamental para criticar la escasa eficacia del cambio de modelo realizado en el año 2002 -cuyo eje más difundido fue la devaluación del peso argentino- es el “mal” desempeño de las exportaciones. En ese marco se expresa que la participación de la Argentina en las exportaciones mundiales cayó del 0,51% que ostentaban en el año 2000 al 0,39% en el año 2005. Respecto a estos guarismos se pueden hacer algunos comentarios que relativizan la significatividad del dato.

En primer término los valores están expresados en dólares corrientes, de modo que la comparación interanual valedera es aquella que se realiza aislando a las exportaciones del efecto de los precios. Cuando se realiza este ejercicio, debido a que los precios de las exportaciones mundiales crecieron más de lo que lo hicieron los precios de las exportaciones de la Argentina, encontramos que la participación de las exportaciones se ha mantenido estable en torno al 0,4% y no se ha observado ninguna merma ostensible.


Gráfico 1. Participación de las exportaciones argentinas en las exportaciones mundiales en términos reales.
Fuente: IEFE en base a Fondo Monetario Internacional

En segundo lugar se debe considerar que la Argentina se encuentra, en relación por ejemplo a Brasil, en una etapa previa de la adaptación que genera la mutación de la paridad cambiaria -este país devalúa tres años antes que el nuestro-, en este marco la maduración de inversiones acarrea un tiempo que se encuentra más avanzado en el caso de Brasil, por tanto la comparación debería realizarse considerando los mismos tiempos posteriores a la devaluación.

En el siguiente gráfico se puede advertir el desempeño exportador de la Argentina y Brasil en los cinco años posteriores a los ajustes cambiarios. Como se observa si bien Brasil logra incrementar sus ventas en un 47%, las ventas al exterior argentinas lo han hecho en un 36% lo cual se magnifica cuando tenemos en cuenta que el producto bruto interno de nuestro país ha crecido a una tasa promedio interanual cercana al 9% luego del año 2002 (8,8% 2003-2006), mientras que Brasil en un período asimilable (2000-2003) su economía sólo creció en promedio al 2%.

Así, la Argentina ha logrado incrementar sus exportaciones de forma significativa a la par de una de una demanda interna en continuo crecimiento.

(En este marco se encuentra subyacente el debate entre las corrientes neoclásicas y keynesianas, la significatividad del crecimiento en paralelo del producto y las exportaciones es más relevante cuando la economía se encuentra en el pleno empleo (situación que no se observó para la Argentina), sin embargo, no es menor que para un país como la Argentina que tradicionalmente exportaba saldos no consumidos, las exportaciones crecen a la par que lo hace el consumo y la inversión interna.)

Gráfico 2. Comparación de la dinámica posdevaluación de las exportaciones argentinas y brasileñas

Fuente: IEFE en base a Fondo Monetario Internacional

Crecimiento liderado por exportaciones o exportaciones como elemento dinamizador de la demanda agregada

En esta segunda sección de esta nota, debemos recordar que formulamos una serie de preguntas, así, la segunda de ellas nos lleva al meollo de la cuestión: ¿el cambio del modelo fue para generar un modelo de crecimiento liderado por las exportaciones? o ¿el cambio de modelo fue un intento por solucionar el problema de demanda que sufría la Argentina a partir de un atraso cambiario que no pudo ser solucionado en más de dos años de deflación?

(Recordemos que en la literatura se destaca que los efectos de una deflación son tan nocivos para el sistema económico como los de la inflación, sobre todo en términos de desempleo, disminución de los niveles de inversión y de los créditos, generándose la ruptura de la cadena de pagos. En la Argentina los precios al consumidor del año 2001 fueron 3,1% inferiores a los de 1998 y en el caso del sistema de precios mayoristas las mermas en el mismo período oscilan entre 8% y 8,7%.)

En nuestro criterio el objetivo fue recomponer la demanda tanto interna como externa, por ello en ese marco es posible afirmar que el desempeño de las exportaciones fue satisfactorio y considerando los valores observados en la relación exportaciones importaciones se puede aseverar que el sector externo fue una fuente de crecimiento del producto muy relevante.

En este sentido, comparativamente respecto de las experiencias recientes de devaluación del tipo de cambio (Brasil, Rusia, Malasia y México), la Argentina presenta la relación Exportaciones/Importaciones más alta para los cinco años subsiguientes al shock cambiario. Pasando de un valor promedio en convertibilidad de 0.94, a un 1.87 para el nuevo modelo productivo.

Si bien este indicador sobrereaccionó en los primeros años, producto de una importante disminución de los montos importados, en la actualidad se encuentra en torno a 1,4 mostrando como las exportaciones siguen siendo un importante elemento dinamizador de la demanda agregada, más allá que en la actualidad la tasa de crecimiento de las importaciones es superior a la de las exportaciones, con lo cual se debe esperar que el superávit comercial se reduzca.

En este sentido, este es un comportamiento paradójico, pues se debe considerar que en la actualidad si bien la Argentina se encuentra bajo un esquema de tipo de cambio flexible, este valor ha sido mantenido en torno a los tres pesos a partir de la actuación de la política monetaria, por tanto, cabe preguntarse que es lo que ocurriría si el dólar bajara, tal cual lo está indicando las compras que realiza el Banco Central.

Seguramente se aceleraría aún más la tasa de crecimiento de las importaciones y se realentarían las exportaciones, por este motivo es fundamental -para este modelo- el sostenimiento de la paridad cambiaria en los niveles actuales, sin embargo se debe acotar que cualquier tendencia que reduzca el superávit de balanza de pagos tenderá a incrementar el valor del dólar y así permitiría el sostenimiento de la brecha comercial.

Indicadores económicos y sociales

La tercera pregunta que formulamos en la introducción necesita, para darle respuesta, de la evaluación de una serie de variables económicas. El análisis se realizará observando la situación anterior y posterior al cambio de modelo, a fin de observar las condiciones imperantes en los estertores de la convertibilidad y su evolución ulterior.
Así, nos referiremos al producto y sus componentes (consumo e inversión); prestaremos especial interés al sector externo; y a la vez se indagarán los cambios cualitativos y cuantitativos que se aprecian en materia de indicadores sociales, fiscales y de actividad económica.

Producto Bruto Interno

El producto bruto interno (PBI) ha mostrado a partir del año 2002 una senda permanentemente ascendente. El valle del ciclo económico se encontró en el segundo trimestre de 2002, cuando la economía había caído en términos reales (respecto a igual trimestre de 1998) un 19,6%. A partir de ese momento todo fue recuperación. Para el tercer trimestre de 2006 la economía había crecido 42,8% desde el valle y 14,8% respecto al máximo histórico de la serie que se observó en el segundo trimestre de 1998. Para tomar magnitud de la crisis de la cual se salió, debemos considerar que la recesión se extendió por cuatro años, así, recién hacia primer trimestre de 2005 se logró superar el máximo observado en 1998.

Gráfico 3. Evolución del Producto Bruto Interno 1995-2006. En millones de pesos constantes de 1993.


Fuente: IEFE en base a datos INDEC

Una variable que tiene tanto o más importancia que la evolución del PBI es la situación del PBI (o ingreso) por habitante. En este sentido observamos que la mejora del PBI total ha sido mejor que la del producto per capita, en el segundo semestre de 1998 el ingreso por habitante (medido en términos constantes a precios de 1993) era de $ 8084,45, en tanto que en el tercer trimestre de 2006 dicha variable mostraba un valor de $8570,41, lo que supone un aumento de 6%.

Con lo cual se debe considerar que este es uno de los desafíos a abordar en la continuidad del modelo, por supuesto que el mero crecimiento del ingreso por habitante no implica mejoras concretas homogéneamente distribuidas. Si se evalúa la distribución del ingreso medida por la participación del primer decil en el ingreso total se encuentra que ha crecido respecto al peor momento de la crisis un 12,9%. Otra medida alternativa es la diferencia de ingreso entre el decil más rico y el decil más pobre, en este caso se observas una reducción de la brecha respecto a 2001-2002 del 17,2%. Así, si bien se mejoró la situación todavía participaciones de 1,6% del decil más pobre en el ingreso total y diferencias de 21 veces entre el 10% más rico y el 10% más pobre son guarismos a corregir en la continuidad del modelo.

El crecimiento del producto sin lugar a dudas se encuentra profundamente al valor que toma el tipo de cambio real (TCR). La competitividad precio que otorga el dólar alto permite que un mayor número de actividades se encuentren a salvo de la competencia del resto del mundo, sea en el mercado interno como en el externo. Así, el mantenimiento del TCR depreciado es un eje fundamental para sostener la dinámica del PBI.

Sin embargo, en un marco que ingresan capitales y hay exceso de oferta de moneda extranjera provenientes del comercio exterior, el sostenimiento demanda un esfuerzo del Banco Central en materia de realizar compras y por otro lado esterilizar los pesos que ingresan al sistema. Esta es una tarea fundamental para evitar que el componente monetario de la inflación se torne importante.

De todos modos, no obstante se controle el componente monetario, la inflación tiene origen también en cuestiones de oferta, sin lugar a dudas el crecimiento sostenido de la demanda agregada tiende a llevar a la oferta agregada cerca de su límite de su agotamiento. Por tanto, dado que la solución a problemas de distribución del ingreso es uno de los objetivos destacados como primordiales por este gobierno, se deberá hacer un esfuerzo muy grande en materia de trabajar con los empresarios en pos de controlar los precios a fin de que no sea un factor que deteriore el ingreso de los deciles inferiores.

Consumo

El consumo privado ha mostrado un comportamiento más volátil que el producto, esto se encuentra fundamentalmente basado en la magnitud de la caída posterior al año 1998, del máximo al mínimo el consumo privado mostró una caída de 23,3%. El crecimiento es muy importante respecto al piso de la serie (41,1%) pero no tan significativo respecto al pico del año 1998. Como dato final, cabe acotar que recién en el tercer trimestre de 2005 se logró superar el nivel de consumo del año 1998.


Gráfico 4. Evolución del Consumo Privado 1995-2006. En millones de pesos constantes de 1993.
Fuente: IEFE en base a datos INDEC


Cuando nos referimos al producto en términos per capita afirmamos que era una cuenta pendiente, en el caso del consumo por habitante se debe aseverar lo mismo, pero con el adicional que el consumo por habitante expresado a precios constantes de 1993 no ha mostrado en el año 2006 variación respecto al máximo de 1998 ($5544,9 en 2006 y $5546,4 en 1998), así, aunque se encuentra igualando el máximo histórico, se debe hacer un esfuerzo por incrementar este valor asegurando que este incremento se dirija especialmente a los sectores que se encuentran en peor situación relativa en términos de ingresos, pues como se ha expresado en el apartado anterior la situación en términos de distribución del ingreso es todavía poco deseable en términos de brecha entre ricos y pobres.

Inversión

La inversión bruta interna fija (IBIF) es sin lugar a dudas el componente más inestable del producto, los impresionantes aumentos en épocas de expansión y las profundas caídas en las recesiones manifiestan un comportamiento intrínseco pero que en el caso de la crisis de 2001-2002 llegó a niveles extremadamente bajos (la IBIF cayó 58,2%). De allí que los valores de la recuperación sean extraordinarios, con un alza de 186,7% respecto al valle; y resulta remarcable que en la actualidad la IBIF se encuentra 19,9% por encima del máximo del primer trimestre de 1998.

En el informe PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DEL ACTUAL PROCESO INVERSOR; Centro de Estudios para la Producción; Secretaría de Industria, Comercio y Pymes; Ministerio de Economía y Producción de Diciembre de 2006 se destaca que la salida de la crisis de 2001-2002 fue la mejor de todas las crisis recientes tanto a nivel nacional (tequila e, hiperinflación entre otros) como internacional (Brasil, Ecuador, México y Corea entre otros).

La magnitud de la baja hizo que recién en el último trimestre de 2005 se superara el valor del máximo observado.

Gráfico 5. Evolución de la Inversión Bruta Interna Fija 1995-2006. En millones de pesos constantes de 1993.

Fuente: IEFE en base a datos INDEC
Dada su volatilidad la IBIF tiene profundas oscilaciones si se la considera como porcentaje del PBI, así, recién en el 2006, con una participación de 22,3% se superó por tres décimas el máximo de 1998. Indudablemente para asegurar una senda de crecimiento sostenida, la política productiva debe acentuar el trabajo sobre la generación de inversión, tanto de origen nacional como extranjera a fin de incrementar la participación de la inversión en el producto y fundamentalmente incrementar la inversión en sectores generadores de mano de obra. Esta necesidad se basa en que si desagregamos los datos de la IBIF encontramos que cerca del 60% se explica por la construcción, componente que no genera directamente incremento de la capacidad productiva.

Los valores de inversión en equipo durable se encuentran en valores similares a los del año 1998, razón por la cual debería incentivarse la colocación de recursos en este sector a fin de incrementar la oferta agregada de la economía y así colaborar en la generación de empleo y en la reducción de la presión inflacionaria que seguramente tiene un origen importante en el agotamiento de la capacidad ociosa.

Actividad Sectorial
La medición de la actividad sectorial se abordará a partir de dos indicadores que elabora el Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC) uno que mide la actividad industrial el Estimador Mensual Industrial (EMI) y el Indicador Sintético de Servicios Públicos (ISSP).

Al trabajar sobre la medición de la actividad industrial se observó claramente una diferencia de niveles promedios de ambos períodos: mientras entre enero de 1995 y enero de 2002 el promedio del EMI era de 92,9; entre enero de 2002 y 2006 el promedio es de 99,0, lo que significa un incremento de 6,6%. Sin embargo, todo el impacto se puede observar cuando referenciamos a las variaciones de final de período con el pico y valle de la serie, en este punto el incremento es de 15,7% respecto al pico de junio de 1998 y de 71,5% respecto al mínimo observado en marzo de 2002.

Gráfico 6. Evolución del Estimador Mensual Industrial 1995-2006.
Fuente: IEFE en base a datos INDEC

El comportamiento de esta serie que palmariamente ha sobre reaccionado al PBI debe buscarse en las bases de un encadenamiento de apreciación y depreciación del Tipo de Cambio Real (TCR). En la secuencia que el TCR se apreció el EMI mostró una caída de 32,5% entre el pico de 1998 y el valle de 2002, en tanto que la significativamente recuperación posterior se dio en el marco de la devaluación del tipo de cambio nominal, este es el comportamiento habitual que se espera de bienes transables como los industriales.

El desarrollo de los bienes industriales tiene importancia en tanto y en cuanto presenta mayores derrames hacia el resto de la economía que la producción primaria y una inserción externa que no tienen los servicios por ser eminentemente no transables.

En forma paralela es interesante evaluar que ocurre con el sector servicios. Para ello utilizaremos el ISSP que contempla información sobre: distribución de electricidad, gas natural y agua potable; transporte urbano e interurbano de pasajeros en ferrocarriles; transporte de carga en ferrocarriles; transporte de pasajeros en subterráneos; transporte metropolitano de pasajeros en ómnibus; transporte de pasajeros y carga en aeronavegación de cabotaje; transporte de pasajeros y carga en aeronavegación internacional; peaje en rutas nacionales, de la provincia de Buenos Aires y en accesos a la ciudad de Buenos Aires; servicio telefónico básico nacional, internacional y de telefonía celular móvil. Por tanto es un indicador amplio de la actividad.

Gráfico 7. Evolución del Indicador Sintético de Servicios Públicos 1995-2006.

Fuente: IEFE en base a datos INDEC

El análisis de la evolución del ISSP permite comprobar en forma preliminar una hipótesis interesante y es que la evolución del sector servicios ha sido mejor bajo un esquema cambiario depreciado (tasa de crecimiento mensual de 1,56%) que bajo la economía funcionando con un TCR apreciado (tasa de crecimiento mensual de 0,67%), cuando la teoría dice que debería tener mayor expansión. En principio, esto podría indicar que para este sector es más relevante el efecto ingreso que el efecto sustitución, el crecimiento de la economía (principalmente en el sector transable y en el ingreso de las personas) tracciona para que los servicios crezcan de mejor forma.

Del análisis de estos dos indicadores se puede concluir en forma parcial que a partir del cambio de modelo se ha producido una dinamización de la economía que fue más allá de los bienes transables, lo que en términos de competitividad sistémica es importante, el desarrollo del sector servicios es fundamental para la mejora de la capacidad de competir en los mercados internacionales.

La inversión en este sector es fundamental para solucionar cuellos de botella, que como ser en el caso de la energía eléctrica, generan problemas para sostener una senda estable del crecimiento.


Situación similar se encuentra en diversos sectores que fueron privatizados y que a causa de que no se otorgaron los aumentos pautados en contratos atados (indebidamente) (En la década del noventa los contratos de privatizaciones de servicios públicos estipularon cláusulas automáticas de ajuste de tarifas dependiendo del valor del dólar. De haberse otorgado estos aumentos el incremento de la inflación sin lugar a dudas que hubiese sido mucho más grande), al valor del dólar, no se realizaron las inversiones previstas.
La acción del Estado será en este caso fundamental, sea en la realización de inversiones, sea en la mejor negociación a fin de que se realicen las inversiones sin que se generen aumentos significativos en las tarifas de los servicios.

Sector Externo

En cada una de las crisis anteriores de la Argentina, el agotamiento del ajuste estructural derivado de las devaluaciones, provenía fundamentalmente del deterioro del sector externo a partir de déficits de balanza de pagos originados en el cese de ingreso de capitales que se origina a partir de la percepción de que los resultados negativos de cuenta corriente derivados del crecimiento de la economía no son sustentables intertemporalmente.
Esto se dio en llamar modelo de crecimiento “stop and go”. En la actualidad se observa un superávit de balanza de pagos derivado tanto de un superávit de cuenta corriente como de cuenta capital y financiera. Para este último agregado sería fundamental la repatriación de capitales.

Respecto a la cuenta corriente, en el siguiente gráfico se advierte claramente el cambio de signo luego del shock cambiario, pasando de un déficit trimestral promedio de u$s 2.258 mill. para los años 1995-2001 a un saldo positivo de u$s 1.653 mill. para el período 2002-2006, siendo este impulsado principalmente por el superávit de la balanza comercial.

La diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes pasa de un déficit promedio anual de u$s 253 mill. en el período de convertibilidad a un superávit de u$s 3.435 mill. en el período post devaluación. Aquí jugaron un rol determinante la sustitución de importaciones y el buen desempeño exportador de nuestro país que ha logrado incrementar las ventas externas en un 75% en solo cinco años.

También han contribuido a este resultado las mejoras en las cuentas de comercio de servicios y rentas. En el primer caso debido tanto a una reducción considerable de los montos importados (25%) como a un incremento de las ventas al exterior (10%) producto del cambio de los precios relativos. Aquí es necesario remarcar que al igual que en el caso del comercio de bienes, la sustitución de importaciones ha jugado un rol determinante en la mejora de los saldos que no puede verse en toda su magnitud a través datos correspondientes a comercio exterior.

Por último es interesante destacar que a comienzos de 2005 cuando el saldo positivo de la cuenta corriente parecía agotarse, la cuenta rentas jugó un rol fundamental, al experimentar una mejora sustancial luego de la exitosa reestructuración de la deuda que se ha reflejado en una importante reducción de los intereses pagados.

Gráfico 8. Evolución de la Cuenta Corriente y sus Componentes1995-2006.

Fuente: IEFE en base a datos INDEC

El desafío a futuro en materia de sector externo radica en:

  • Continuar con el desendeudamiento externo a fin de reducir el peso de los intereses sobre la cuenta corriente y el balance pagos a fin de minimizar la probabilidad de contagio de crisis financieras internacionales.
  • Mejorar la inserción de la Argentina en el comercio de servicios, este tipo de transacciones son las más dinámicas de los últimos años e implican mejores salarios y diferenciaciones de producto que derivan finalmente en mejores condiciones de vida.

En este aspecto los resultados que se observen en el sector externo dependen de la competitividad precio de la economía, o en otras palabras del valor del dólar. Así, nos encontramos en este sector otra vez en el medio del dilema de sostener el dólar en torno los tres pesos intentando compatibilizar con el resto de los objetivos, fundamentalmente el mantenimiento del nivel de precios.

Finanzas Públicas

En relación al “stop and go”, citado en la sección anterior, bajo esta circunstancia rápidamente cuando la economía crecía se observaban deterioros tanto en el balance de pagos especialmente en su cuenta corriente (que como vimos en secciones anteriores lejos está de producirse) como en el resultado fiscal.

Al analizar el desempeño de las finanzas públicas, vemos como los ingresos crecieron un 59,8% en el período 2000-2006 mientras que los gastos lo hicieron a un ritmo menor, incrementándose en un 43,1% para el mismo período. Como resultado, se obtuvo un superávit fiscal anual que promedia el 2,6% del PBI para el período post devaluación que supera ampliamente el 0,7% correspondiente a los años previos bajo análisis.

Como se observa en el gráfico 9, el superávit, lejos de deteriorarse, pareciera haberse consolidado en un nivel superior al de la década previa, claramente esto dependerá de que la recaudación siga creciendo a paso firme como lo ha venido haciendo y de la prudencia respecto a la política de gasto del gobierno que ha mostrado la actual administración.

Gráfico 9. Evolución del Gasto, los ingresos y el resultado fiscal 1995-2006.

Fuente: IEFE en base a datos INDEC



A futuro, el desafío es el mantenimiento del excedente fiscal en épocas de crecimiento económico.



Una política fiscal anticíclica es fundamental para evitar sobre reacciones de la economía que traen aparejados niveles de volatilidad sobre las variables económicas que dificultan la toma de decisión.



En ese marco, la utilización del superávit fiscal en la conformación de un fondo anticrisis es un avance en la gestión del Estado, en función de que se evita generar mayores presiones sobre una oferta agregada que –dada la evolución de los precios- parece encontrarse cerca de su límite y al mismo tiempo asegurar gastos futuros en momentos de menor actividad económica, esto es fundamental en un esquema tributario que dada su estructura es eminentemente procíclico.

Esta propuesta se da en el marco de la alternativa de reducir el superávit del Estado y destinar este dinero a incrementar las transferencias a sectores que se encuentran en posición de pobreza y/o con restricción en sus niveles de consumo o simplemente incrementar los salarios de los empleados estatales (que como veremos más adelante han sido los menos dinámicos).



Esto es también una necesidad, ya que como vimos mayores mejoras en la distribución del ingreso es una cuenta pendiente.



Sin lugar a dudas que esto plantea un dilema para la administración, debido a que se corre el riesgo de que mayor cantidad de dinero volcado a la economía pueda presionar más sobre la inflación, pero al mismo tiempo si esto no se hace se está “castigando” a sectores de menor poder adquisitivo, en esta disputa se deberá realizar una evaluación cuidadosa en la cual se incrementen sueldos y transferencias del Estado sin que esto desate un espiral inflacionario.


Otro aspecto en el que el resto de la política económica interactúa con las finanzas públicas es en lo referido al valor del dólar. Evidentemente parte del desempeño de las cuentas fiscales está dado en la recaudación que proviene de impuestos al comercio internacional, y más precisamente de las retenciones a las exportaciones.



Este tributo -que tiene una participación de 9,5% en los ingresos nacionales totales del año 2006- se encuentra íntimamente vinculado con el valor del dólar. Así, sostener el tipo de cambio nominal en torno a los tres pesos es fundamental para que no mengüen los ingresos provenientes de esta vía, por tanto los resultados de las cuentas fiscales es otro de los argumentos que intervienen a la hora del manejo de la política cambiaria y que también participa de los dilemas que debe resolver la política económica.


La inflación tiene su papel también en el resultado fiscal. Aumentos del nivel de precios genera incremento de los retornos que debe abonar el Estado en los bonos ajustables por CER.



En materia de desafíos, por último, se debe prestar atención a la cuestión fiscal de las provincias. La excelente situación financiera de la Nación se origina en el crecimiento de tributos no coparticipables como el impuesto a los débitos y créditos bancarios o las retenciones.


Así, a pesar que la situación de conjunto de las provincias sigue siendo superavitaria, se deberá buscar una alternativa (por ejemplo incorporar parte de estos dos impuestos en la masa coparticipable) a fin de que todas las provincias puedan solventar sin los sobresaltos observados últimamente (por caso la Provincia de Buenos Aires) las erogaciones fundamentales en salud y educación que han sido transferidas paulatinamente a las provincias en los últimos veinte años.

Desocupación

En cuanto al desempleo, puede decirse que mucho se ha mejorado respecto a los niveles alcanzados durante la crisis, logrando una reducción de doce puntos respecto al pico de principios de 2002. Pero incluso se observan mejoras si comparamos los años previos al cambio de modelo, así, mientras que el promedio del período 1995-2001 fue de 15,6% para los años post devaluación el mismo se reduce a 14,1%.


Al mismo tiempo, no podemos pasar por alto la cuestión de los planes Jefes y Jefas de Hogar de hogar, ya que desde el año 2003 los beneficiarios de los mismos se contabilizan como ocupados, reduciéndose la tasa de de desempleo, este es un hecho que ha sido criticado, sin embargo aún cuando no consideremos a este grupo como ocupados, todavía nos encontraríamos por debajo de los mínimos registrados en el período previo ya que el recálculo que realiza el INDEC sin jefas y jefes arroja para el segundo semestre de 2006 un valor de desempleo que oscila entre 9,3% y 10,1% (La opción que arroja 9,3% deriva del recálculo de tasas básicas considerando como desocupados a los ocupados cuya ocupación principal proviene de un Plan Jefas/Jefes y que además buscan activamente trabajo; en tanto que el 10,1% corresponde al recálculo de tasas básicas considerando como desocupados a todos los ocupados cuya ocupación principal proviene de un Plan Jefas y Jefes de Hogar)



Esto es un avance pues se debe considerar que en el año 2003 el recálculo de la tasa de desocupación arrojaba valores en torno o superiores al 20%.

Gráfico 10. Evolución del Desempleo1995-2006.


Fuente: IEFE en base a datos INDEC
El corte que se realiza a partir del segundo semestre de 2003 corresponde al cambio de metodología de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)

Respecto a los retos que debe abordar este modelo en materia de actividad laboral, los mismos son básicamente la reducción del subempleo que aún se encuentra en torno al 10%, haciendo que el total de personas con problemas de trabajo se acerque al 20%.



En la crisis el total de personas con problemas de empleo giraba en torno al 40%: en mayo de 2002 la desocupación era de 21,5% y subocupación 18,6%; y en octubre de 2001 la desocupación era de 18,3% y subocupación 16,3%.

El trabajo a seguir en los próximos meses y años se debe concentrar no sólo en la generación de empleos sino en asegurar que se refuerce la tendencia al “blanqueo” del trabajo, en diciembre de 2006 se encuentran registrados un 23,3% (Basado en datos de la Encuesta de Indicadores Laborales del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la República Argentina) más de trabajadores que en diciembre de 2001, la importancia del trabajo registrado es que este no sólo confiere derechos laborales, jubilatorios y de salud a los trabajadores, sino que posibilita una mejor captación de los aumentos salariales.

Por ello es fundamental reforzar la tarea de blanqueo laboral para reducir la tasa de empleo no registrado que aún se encuentra en torno al 43%, proviniendo de valores que en el año 2003 se hallaban cercanos al 50%.

Pobreza

Al analizar la evolución de la pobreza, puede advertirse un deterioro paulatino a partir del año 1998 que marca el fin del auge y el comienzo de una larga crisis. Así hacia fines del año 2001 más de un tercio de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza.

Luego, a partir de los aumentos de precios correspondientes a toda devaluación, impactando sobre la canasta básica, los niveles de pobreza alcanzan su máximo histórico ubicándose en el segundo semestre de 2002 en torno al 54% de la población total.

Finalmente, con la reactivación de la actividad económica y una estabilización en menores niveles de inflación, se advierte el descenso de la pobreza llegando en el primer semestre de 2006 a un 29,4%.

Gráfico 11. Evolución de la Pobreza 1995-2006.
Los datos corresponden a los niveles de pobreza del Gran Buenos Aires, dado que antes de 2003 no se dispone de la información correspondiente a los niveles de pobreza para el total de aglomerados urbanos del país



Fuente: IEFE en base a datos INDEC
El corte que se realiza a partir del segundo semestre de 2003 corresponde al cambio de metodología de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)

En el gráfico se advierte que la pobreza crece fuertemente a partir del primer semestre de 2002, sin lugar a dudas en esto se observa el efecto de la devaluación sobre el nivel de precios, que cuando se combina con problemas de empleo se llega a situaciones conflictivas como ser un nivel de pobreza del 54%. Sin embargo vemos que en el nuevo modelo cuando comienza a crecer la economía rápidamente responde a la baja la pobreza.

En el combate a la pobreza es fundamental la lucha contra la inflación, ya que, cada punto de aumento en los precios de la canasta básica implica aumentos en la línea de pobreza. La inflación fue fundamentalmente importante en los años 2002 y 2003 cuando los precios crecieron 25,9% y 13,4% respectivamente. El año 2004 mostró un valor significativamente bajo de 4,4%. En 2005 y 2006 a pesar de la consolidación de la recuperación la inflación se logró consolidar en torno al 10% (9,6 en 2005 y 9,8% en 2006).

En materia de ingresos se observa que los salarios en nivel general crecieron a la par que lo hicieron los precios: mientras los precios al consumidor aumentaron desde enero de 2002 un 87% los salarios lo hicieron un 88,4% (Datos basados en el Índice de Variación Salarial del INDEC).


Si bien debemos considerar que estos valores son producto de un crecimiento por encima de la inflación en los salarios del sector privado registrado y un crecimiento por debajo de la inflación en el sector público y en el sector privado no registrado. Por tanto la recuperación del salario real sigue siendo en muchos sectores una cuenta pendiente a solucionar.

Se advierten mejoras en los indicadores sociales, pero todavía queda mucho por hacer, sobre todo en términos de pobreza y consecuentemente de distribución del ingreso. Este es uno de los principales desafíos hacia el futuro.

Síntesis y Conclusiones

A modo de conclusión general se puede decir que la economía argentina ha mostrado síntomas de salud y fortaleza que en salidas de crisis anteriores no se observaron y que un par de años atrás no eran tan claros. El importante crecimiento de la economía acompañado por sendos superávits en el plano fiscal y externo permitiría pensar que la Argentina se encuentra inmersa en un sendo de crecimiento sostenible.


Por supuesto que cuando se abordan cuestiones particulares se encuentra que quedan cosas por resolver.

Hagamos un repaso de lo ocurrido a nivel particular:

  • El crecimiento del PBI ha sido sostenido, se han superado los máximos históricos, sin embargo resta alcanzar mejoras en términos per capita; y el consumo, principal motor de la economía argentina se ha recuperado satisfactoriamente y en términos agregados se encuentra en un máximo histórico que debe crecer aún más para mejorar el consumo por habitante. Pero la gran necesidad es incrementar el ingreso y consumo de los sectores más rezagados.

  • La inversión sumamente dinámica ha experimentado la más significativa de las salidas de crisis, quedando como desafío el aumento en importancia en el PBI y el fortalecimiento de un perfil productivo generador de mano de obra a fin de generar sostenibilidad del crecimiento y mejora de la competitividad sistémica.

  • En términos de actividad sectorial es destacable que la economía crezca no sólo en los sectores naturalmente beneficiados por una devaluación como son el agro y la industria, sino que también se muestre sumamente dinámico en los servicios, con crecimientos superiores a los observados en la convertibilidad cuando los sectores no transables eran los ganadores. A futuro la mejora de los servicios es fundamental para consolidar la competitividad sistémica del país y solucionar los cuellos de botella que se comenzaron a observar.

  • El sector externo ha sido exitoso fundamentalmente en un cambio en los valores de la cuenta corriente, y su desafío es continuar con el desendeudamiento a fin de reducir la dependencia externa y mejorar la inserción en el comercio de servicios.

  • El desempeño fiscal ha mostrado niveles de recaudación muy elevados, y esto ha sido acompañado por una gestión de los gastos austera que permitió niveles de superávit máximos. El desafío a futuro pasa por encontrar el equilibrio entre incrementar sueldos y transferencias del Estado y el fortalecimiento de un fondo anticrisis que permita “comprar” gastos futuros. Resolver este dilema implica recomponer ingresos sectoriales sin generar grandes presiones sobre una oferta que en la actualidad se encuentra cercana a su límite con lo que tienden a incrementarse los precios. El tema de las finanzas de las provincias es otro aspecto a resolver en el mediano y largo plazo.

  • En materia de indicadores sociales, la evolución de la desocupación ha sido correcta, el cambio de modelo posibilitó que el desempleo cayera a valores que no se observaban desde hace catorce años y que no se habían alcanzado siquiera en el máximo de actividad económica de 1998. Quedan cuestiones pendientes, y entre ellas la más destacable es trabajar en la reducción del subempleo y la precariedad del empleo.

  • La pobreza muestra mejoras respecto a los comienzos de la crisis, sin embargo, queda aún trabajo por realizar fundamentalmente en materia de mejorar la distribución del ingreso, y en ese sentido la lucha contra la inflación es fundamental lo mismo que la generación de empleos registrados.

El objetivo de esta nota ha sido realizar un relevamiento de diferentes indicadores, pero en función de esta metodología se corre el riesgo de dicotomizar dos aspectos que se encuentran intrínsecamente fusionados como son aspectos económicos y sociales, por ello a continuación intentaremos integrar estos conceptos y evaluar potenciales contradicciones a resolver en el futuro, así, estaremos intentando responder la última de las cuestiones planteadas en la introducción de este trabajo.

El presente modelo ha sido exitoso en la generación de dinámica en las variables económicas, y en gran medida esto respondió a la presencia de un tipo de cambio real depreciado, en la actualidad, la interacción precios salarios pueden minar la competitividad precio de la economía, este es un punto a solucionar, para lo cual es fundamental trabajar en la generación de medidas que prohíjen el incremento de la productividad total de los factores en la economía.

El valor del dólar también juega su papel en la recaudación tributaria. Considerando que aproximadamente el 10% de los ingresos provienen directamente de las exportaciones y que el resto de la estructura tributaria se encuentra intrínsecamente vinculada a la actividad económica y esta depende en gran medida de mantener depreciado el peso argentino, se puede aseverar que la salud fiscal depende en gran medida del mantenimiento del TCR en los niveles actuales.

Otro punto que puede resultar conflictivo es la presencia de superávit fiscales con niveles de pobreza elevados y bajos niveles salariales en el Estado. Sin embargo, se debe considerar que en este modelo y para un país con la historia de la Argentina, el superávit fiscal funciona como un reaseguro y es necesario configurar una política fiscal contracíclica que permita en períodos de recesión seguir sosteniendo un nivel de gastos que es eminentemente inflexible a la baja, sin tener que recurrir a sumas exacerbadas de deuda pública.

Se ha planteado que la dinámica de los precios responde en alguna medida a cuellos de botella en la oferta agregada. La única forma de solucionar estos problemas es a través de inversión. En este marco adquiere importancia los precios de los bienes de capital.

Los bienes de capital por ser en su mayoría bienes transables se encuentran determinados por el valor del dólar. De este modo, la inversión se encuentra “encarecida” y se encontraría en un nivel inferior al que sería óptimo para asegurar el crecimiento de la oferta. Por tanto, considerando que el valor del TCR debe ser alto y que al mismo tiempo se necesita de incrementar el stock de capital bajo la forma de equipo durable, serían precisas medidas activas y/o incentivos que favorezcan la inversión.

En función a lo planteado en los párrafos anteriores, sería deseable llevar a cabo políticas productivas activas que patrocinen la inversión orientada a la generación de empleos y su articulación con una política educativa. Esta es una combinación que permitiría recuperar la movilidad social ascendente en la Argentina, a la vez de resolver las incongruencias que pueda tener el modelo posibilitando el crecimiento a partir de la competitividad sistémica y relegando poco a poco el papel de la competitividad precio. Y así transformarse en forma concreta y definitiva en un modelo inclusivo que resulte la contracara de los noventa.


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