miércoles, 16 de mayo de 2007

UN LUGAR PARA VIVIR. RECUPERAR LOS ESPACIOS COMUNES

Al mismo tiempo que en Godoy Cruz (Mendoza) discutíamos este aporte, apareció una publicidad inmobiliaria que postulaba “un lugar para vivir”, acordamos que la consigna quedaba –entonces- absorbida por este slogan comercial.

Esto ocurrió en enero.

Casi tres meses después me llega la recomendación de visitar una página en Internet (que a mi vez también recomiendo a todos visitar) http://caballitolate.com.ar/ en donde se plantea: “Buenos Aires un lugar para vivir”

Visto entonces que “tener un lugar para vivir” más que para habitar, es una preocupación generalizada, volví sobre el tema y su título. Y lo pongo ahora como tema factible de discusión.

Mendoza, Marzo de 2007
Norberto Rossell

De todos los modos posibles de explicar la acción del vivir, elegimos aquella que lo entiende no sólo como un acto biológico, sino que también entiende que lo social (lo relacional) es parte esencial del vivir.

El vivir, en consecuencia, supone conductas a través de las cuales “el otro” aparece con legitimidad en la coexistencia como “uno”, en circunstancias en que ese “otro” puede ser “uno mismo”

De acuerdo con esto, no es sólo un asunto de aceptar esta coexistencia, sino de que la propia conducta sea coherente con esta aceptación, aún en el desacuerdo, (Definición tomada de Humberto Maturana – Biólogo chileno)

Para graficar: en un colectivo todos los pasajeros aceptamos la coexistencia con el resto de los pasajeros, sin embargo negamos su presencia abstrayéndonos de ella, al punto de no tener conciencia de las molestias que provocamos con nuestros movimientos y conductas.

En el centro de esta concepción del vivir está, entonces, el hecho relacional y construimos el lenguaje como medio en el que se realiza esa relación a través de la asignación de sentido a las conductas.

En orden con lo planteado y en el plano de nuestro interés concreto:“Un lugar para VIVIR” encontramos, como tarea introductoria necesaria, poner el foco en el lenguaje que como dijimos da sentido a nuestras conductas y en él construimos las relaciones.

El Liberalismo no es sólo un modelo económico, es un modo de vivir que impuso sus significados y sentidos a través del lenguaje.Es muy difícil que podamos expresar cosas distintas con los mismos significados.

En consecuencia la tarea de reflexión previa es la resignificación (dar nuevo sentido) o recuperar el sentido de algunos términos.Veamos que se cambió:
  • Se cambió común por público.
  • Se cambió particular o personal por privado.
  • Se cambió usuario por cliente.
  • Se cambió pueblo por gente.
  • Se cambió Nación por República.
  • Se cambió Riqueza por Capital.
  • Se cambió Educación por Erudición (=acumulación de información). El objeto mejor educado de nuestra sociedad es la computadora que puede acumular información al infinito.
  • Se cambió Política (Buena conducta de los hombres, cortesía y buen modo de portarse. Gobierno de la República – Diccionario año 1737) por Política (Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. Arte, doctrina u opinión referente al Gobierno – Diccionario actual)
  • Dejo la lista abierta…

Desde el interés planteado en el título me interesa poner el foco en la diferencia público/privado a la que es tan afecta el liberalismo, tanto político como económico.

Si acordamos con la definición de vivir que transcribimos al principio, debemos concluir que esta conceptualización es ajena al humanismo sea laico o religioso, ya que se constituye en una negación de las relaciones humanas.Despersonaliza los términos, lo público es lo masivo sin rostro, es la negación del “otro” lo privado es una transmutación de lo personal y particular.

En realidad el concepto “público” es una abstracción de “lo común” concepto que no es posible entender en su totalidad sin tener en cuenta que la palabra común hace alusión a la participación de otras personas concretas con nombre y apellido.

Para graficar: en el consorcio de un edificio a nadie se le ocurre hablar de “espacio público” para referirse a pasillos y escaleras, sino que se habla de espacios comunes, sobreentendiendo la existencia de los propietarios del resto de los espacios.

Nos encontramos acá con un problema grave ya que en la definición de lo público entra el Estado, el Territorio, el Ambiente, La Política, etc.

Naturalmente –ya que en lo público no hay vida según la definimos, no hay relaciones- vamos abandonando estos espacios, sólo los utilizamos para transitar, no para vivir en ellos.

Pero por el principio que determina que los espacios sociales no permanecen vacíos, el espacio público es ocupado por la marginalidad, la delincuencia y la corrupción.Las consecuencias las sufrimos todos.

En lo territorial, “El Barrio” que era nuestro espacio común (prolongación de nuestra vivienda, como en el consorcio) perdió su identidad para fundirse en una categoría geopolítica más amplia: El distrito.

El barrio que era parte de lo común y cotidiano, que generaba pertenencia, pasó a ser parte de lo público.

Con el otro término de la diferencia, lo privado, ocurre lo mismo, lo privado no implica nombre o condición humana.Muchas veces nos preguntamos por qué resulta tan fácil, a veces, dañar la propiedad individual o porque el problema de la inseguridad no encuentra solución aceptable, probablemente acá encontremos una razón.

Seguramente podemos plantearnos que esta realidad no puede ser modificada porque es resultado de la evolución urbanística, social, económica, tecnológica, etc. Contra estos argumentos planteamos que siempre es posible construir una realidad mejor, a condición de reflexionar sobre aquello que sabemos y nos consta que está mal y buscar una alternativa mejor.

De los últimos párrafos surge como imperativo la segunda parte del título “Recuperar los espacios Comunes”, a saber entre otros:

  • La Política.
  • La administración del estado.
  • La disposición de los recursos económicos y sociales.
  • El ambiente.
  • El territorio.
  • La Cultura.

Desde estas consideraciones planteamos que un primer paso para recuperar los espacios a partir de las conductas que reclamamos como definición del vivir, es la reivindicación y construcción de la participación y la organización.

Sin entrar en profundidad en estos dos grandes temas, mencionamos una diferencia importante en lo que constituyen paradigmas de acción:

  • El modelo liberal: Prioriza lo formal (las estructuras) y el poder económico.
  • El modelo Nacional: Prioriza las causas internas (las reivindicaciones del pueblo) y los liderazgos (la conducción)

En función de esto una propuesta para discutir y profundizar debería tener en cuenta como objetivo de la acción “Encontrar las causas y construir los liderazgos”.

En este sentido y siendo también un gran tema de discusión adelanto mi opinión con relación a la receptividad o poder movilizatorio de estas ideas.

Es para mi un error de observación plantearse que no hay movilización.Lo que ocurre es que los motivos y las reivindicaciones no se perciben (no pueden verse) desde la lógica de la política partidaria que espera que el pueblo se movilice detrás de candidaturas.La movilización se está dando en términos ajenos a esta lógica y en temas concretos y espacios también específicos:
Medio ambiente, Justicia, Seguridad, Trabajo,Producción.

Los movilizados no vinculan estos temas con la política partidaria sino con el Gobierno al que reclaman soluciones y este es precisamente el contenido Político de la movilización.

Si no hubiera movilización el término “piquete” no se habría incorporado a nuestro lenguaje cotidiano (“…te hago un piquete” por hacer un reclamo con fuerza, o “piquetero” como sinónimo de rebelde o cuestionador, etc. –

Hoy por hoy el mayor piquetero –en los términos aquí planteados- es Kirchner)

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